Constantin Reliu, se enteró en enero de que estaba muerto.
Tras trabajar más de 20 años como cocinero en Turquía, el hombre de 63
años, decidió regresar a su hogar en Rumania, donde se enteró de la insólita noticia: su esposa lo había registrado como oficialmente muerto.
Ahora lucha para demostrar a las autoridades de que, en realidad, está vivo.
Vive una auténtica pesadilla. En marzo, se enfrentó a la decisión del
tribunal de la ciudad de Vaslui, Rumania, que negó revocar su
certificado de defunción porque su solicitud fue presentada “demasiada
tarde”.
“Soy un fantasma viviente“, dijo Reliu a The Associated Press. “Estoy oficialmente muerto, aunque estoy vivo”, dijo. “No tengo ingresos y porque estoy muerto, no puedo hacer nada“.
Reliu explicó que en 1992 fue a trabajar a Turquía y luego regresó a
su país en 1995, pero se enteró que su esposa había sido infiel. Luego
se mudó definitivamente a Turquía en 1999.
En diciembre de 2017, las autoridades turcas lo detuvieron por sus documentos caducados y en enero lo deportaron a Rumania.
En el aeropuerto, los agentes le informaron que oficialmente estaba
muerto. Entonces lo interrogaron. Al final de varias pruebas se
convencieron de que era él.
Pero las autoridades no estaban convencidas. Finalmente el tribunal
decidió no anular su certificado de defunción, emitido en 2016. Ahora quiere presentar una nueva demanda, aunque dice que no tiene dinero y está enfermo. Por último, planea escribir al presidente.
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