Sin embargo, el destino puede darle un giro a nuestras vidas de una forma tan inesperada, que es capaz de convertir la felicidad en tristeza tan rápido que puede costarnos un mundo asimilar tal cambio.
Con tan corta edad tuvo que soportar el duro tratamiento de la quimioterapia, pero a pesar de esto sus padres afirman que nunca perdió el brillo de sus ojos tan inocentes. A las muy pocas semanas, ese sueño tan formidable que estaban viviendo con su nuevo bebé y su hija comenzó a fragmentarse en pedazos, debido a que el tierno bebito no respondía para nada bien al tratamiento que estaba recibiendo, quedándose repentinamente sin esperanzas de sobrevivir a tan terrible enfermedad.
El estado de salud de George cada día que pasaba se hacía más frágil, por lo cual la familia tomó la decisión de mudarse con él al hospital para acompañarlo en sus dolorosos días terminales.
Fue muy triste para ellos perder a su bebé, y aunque fue la vivencia más dura que habían podido afrontar, afirman que haber disfrutado de su ternura e inocencia por tan sólo 165 días, su partida les dejó un enorme aprendizaje que los llevó a ser mejores personas.
Fueron meses muy fuertes, en los que tuvieron que lidiar con el sufrimiento de su pobre bebito, que los enseñó a ser personas más pacientes, a dar amor incondicional y a valorar cada momento que pasan con sus seres queridos ya que nunca se sabe cuándo es que éstos tienen que partir.
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